La belleza

La belleza, fuente de debates, de conflictos, de largos tratados nos rodea. No solo la belleza que es creada por nuestras manos como la que se encierra en la metafórica poesía; existe la belleza femenina, la belleza masculina, la belleza per se.

Sin embargo, hay una belleza tanto más complicada, más elaborada y que sencillamente, nos empeñamos en destruir. Supón que un día, por el simple afán de tener una vida mejor, decidiéramos quemar los Miguel Ángel, los Picasso, las sinfonías de Beethoven, las pirámides egipcias, los templos mayas, la poesía de Neruda, los escritos de Paz; que decidiéramos borrar las danzas como la danza de la pluma, el vals vienés, tirar la Torre Eiffel. Destruir todo lo bello que nosotros hemos creado.

Las reacciones no se harían esperar. Cientos, miles, millones de gritos se levantarían para protestar, para impedir que dicho atropello a nuestra Historia y Belleza cultural se cometieran. No dudo que muchos defenderían con su propia vida dichas obras. Yo sería uno de ellos, apuesto tú también.

Pues bien, déjame hacerte otras preguntas. ¿El cielo lleno de estrellas, la negrura de la noche llena de electrizantes luciérnagas, con una luna amarilla iluminando los senderos no es algo bello? ¿El bicolor y algodonoso gigante panda, el centellante guepardo, la montaña gris del elefante no son obras maestras, bellas, poderosas? ¿El rio que corre cristalino dando vueltas en cada recodo del sendero, las montañas teñidas de verde y coronadas de bruma, el cielo azul recortado con blancas nubes, no son un adagio a la belleza? Y sin embargo, es la belleza que nos empeñamos en destruir, en aras de una vida más cómoda.

No hace falta ofrecer nuestra vida a cambio para preservar esa belleza, para remozarla. Un pequeño cambio, un pequeños sacrificio es todo lo que exige el mundo de nosotros. Camina más, recicla, usa focos ahorradores, verifica tu auto. Son pequeños sacrificios, lo sé. Pero así, podrás volver a sentir como el agua pura te acaricia y hace volar, como el cielo azul se tiñe de purpura, naranja, de luna de queso; podrás ver la perfección anatómica e inexplicablemente funcional de algún animal salvaje, podrás respirar, vivir, gozar esta hermosa esfera que es la tierra. Yo haré ese sacrificio, por ti, por mí, por las generaciones que vendrán tras nosotros, por la Belleza. Dime, ¿lo harás tú?

LOBO